Stephen Hawking: Alcanzando lugares donde nadie ha podido llegar

El pasado 14 de marzo nos despertamos con la triste noticia de la muerte de Stephen Hawking a los 76 años de edad.
 
 
 
Sin duda se trata del físico dedicado a desentrañar los misterios del Universo a gran escala (la denominación exacta sería la de “cosmólogo”) más conocido de las últimas décadas, y su importancia y fama dentro de la cultura popular ha llegado a estar a la misma altura que Einstein en cuanto a ser el paradigma de esa figura: la del físico de inteligencia extraordinaria que es capaz de formular ideas sobre el origen, la evolución y el sentido del Cosmos que expanden hasta nuevas dimensiones (nunca mejor dicho) nuestro conocimiento y comprensión del Universo en el que habitamos. Sal a la calle y pregúntale a cualquiera por un científico cuya ocupación fuera estudiar las galaxias y buscar la comprensión definitiva del Universo: si lo hubieras hecho hace 30 y pico años, la respuesta mayoritaria habría sido Albert Einstein y todo el mundo recordaría su icónica fotografía con el pelo revuelto y la lengua fuera en gesto de burla. A día de hoy, si hicieras esa misma encuesta, en las respuestas habría una igualdad bastante disputada entre el genio alemán y Stephen Hawking (y no habría nadie que no tuviera en mente la imagen de su cuerpo frágil en una silla de ruedas y su voz sintetizada).

(C) Jason Bye +44 7966 173 930
 
 

En estos últimos días se han escrito innumerables artículos contando por qué Hawking se ha convertido en las últimas décadas en una figura (merecidamente) famosa y clave para entender la cultura y la ciencia de nuestro tiempo: su irreductible fuerza de voluntad y ganas de vivir que le hicieron enfrentarse cara a cara a la terrible enfermedad que poco a poco fue apagando su cuerpo y que le permitieron vencer esa partida durante más de cincuenta años (cuando, en el momento de ser diagnosticado, los médicos no le auguraban más de dos años de vida), su original concepción de complejos fenómenos físicos como los agujeros negros, la curvatura del espacio-tiempo o el Big Bang que hicieron avanzar enormemente nuestra comprensión de los mismos (los agujeros negros no son “tan negros” desde que Hawking postulara la existencia de la radiación que hoy lleva su nombre… pero este artículo no va a centrarse en la ciencia), la popularidad de sus libros de divulgación como el best-seller La historia del tiempo que es uno de los textos divulgativos más conocidos de las últimas décadas, su fina ironía y sentido del humor que nunca desaparecieron pese a las duras circunstancias de su vida… El respeto y la admiración que merece por toneladas se le han brindado de forma constante desde su fallecimiento. Este artículo intentará ver su figura desde un punto de vista diferente: puesto que éste es el blog de un club dedicado a Star Trek… ¿por qué no centrarse en su relación con nuestra serie favorita, y ya de paso, con otras referencias más o menos frikis?

La conexión con Star Trek es bastante conocida por todos los fans de la saga: en el último episodio de la sexta temporada de La nueva generación (Descenso, primera parte), se recreaba una escena simulada en la holocubierta donde Data aparecía jugando al póker con Albert Einstein, Isaac Newton y el propio Hawking, interpretado por él mismo.

 

 
Filmado y emitido en 1993, este episodio llegaba a las pantallas cinco años después de la aparición en la librerías de La historia del tiempo en 1988. El libro supuso todo un bombazo editorial y fue lo que puso la figura de Hawking en el imaginario colectivo. Como se explicaba antes, su popularidad creció de forma fulgurante, llegando a colocarse a la altura de Einstein (y de Newton, su otro compañero físico en la partida organizada por Data) en la cultura popular. La escena reseñada es un resultado clarísimo de lo que está explicándose: a principios de los 90, cuando se pensaba en un científico destacado dedicado a estudiar los misterios más complejos del Universo, Einstein ya no era la única opción: Hawking estaba, poco a poco, poniéndose a su altura (en cuanto a su impacto popular, el asunto de los logros científicos de cada uno sería un tema aparte), capaz de compartir cara a cara, al mismo nivel a ojos del espectador, una partida de póker con el mito alemán y con la otra leyenda de la Física, Isaac Newton.

Con respecto al rodaje de esa escena, es especialmente entrañable la anécdota que cuenta Michael Okuda en su Star Trek Encyclopedia: tener a un genio de la cosmología como Stephen Hawking en la serie más famosa de la historia sobre exploración espacial era un lujo que los responsables de Star Trek no podían dejar pasar sin otorgarle la importancia adecuada, así que cuando Hawking apareció por los estudios para su escena le regalaron un exhaustivo tour por todo el set de rodaje. Hawking, trekkie reconocido (sobre esto, ver nota (1) al final) y henchido de ese entusiasmo que nunca le abandonaba (no en vano en una ocasión dijo algo así como que “desde que a los 21 años me dijeron que me quedaban meses de vida, he vivido cada nuevo día como si fuera un regalo”), disfrutó cada segundo de la visita (especialmente el momento en el que lo sentaron en la silla del capitán) y, según cuenta Okuda, al pasar por la sección de ingeniería, se detuvo delante de los motores de curvatura y con su habitual sentido del humor dijo “estoy trabajando en esto”.

A partir de finales de los 80, la imagen pop de Hawking siguió creciendo cada vez más hasta el momento de su muerte y, con ello, su aparición en referentes culturales populares, tras el pistoletazo de salida de Star Trek, fue cada vez más frecuente. Mi favorita, probablemente, sea su memorable intervención en el descacharrante episodio Antología de interés I de la serie de dibujos animados Futurama, perteneciente a la primera temporada de la serie (año 2000). En este caso, por supuesto, Hawking no aparece “en carne y hueso” pero la voz del personaje animado pertenece a la de su sintetizador personal.

 
Como sucedería en todas sus apariciones en comedias, ya sean de animación o de imagen real, la personalidad de Hawking se caricaturiza y exagera para convertirlo en un personaje humorístico, y el resultado no puede ser más chispeante: consciente de su inteligencia marcadamente superior a la de todos cuantos le rodean, Hawking se dibuja como una persona engreída, sarcástica y mordaz que en este episodio de Futurama se dedica a despreciar la simpleza de Fry a la vez que intenta atribuirse méritos que no le corresponden (“claro, por qué no”, responde cuando Fry le pregunta si él es el físico que inventó la gravedad, y de forma parecida explica que “a este fenómeno físico yo lo llamo agujero de Hawking”... refiriéndose a una ruptura del espacio-tiempo en realidad descubierta por Fry). Lejos de hacerse detestable, los marcados defectos y por ello la evidente humanidad de este Hawking caricaturesco, tan alejado de la humildad y cordialidad del Hawking real, lo convierten en un personaje reconocible y cercano por el que uno llega a sentir una simpatía extrema. Según se cuenta, Hawking se divertía muchísimo con esta versión deformada y con bastante mala uva de sí mismo que apareció en Futurama y de forma similar en otras comedias.

Para finalizar con este episodio, puede comentarse que también tiene una conexión trekkie, dado que otra de las estrellas invitadas del capítulo era la mismísima teniente Uhura (con la voz de la intérprete original, Nichelle Nichols), formando un improvisado y desigual equipo de salvadores del Universo junto con Fry, Hawking, Gary Gygax (el inventor de Dungeons & Dragons), el político ecologista Al Gore y el ordenador Deep Blue (famoso en aquellos años por haber sido capaz de vencer al ajedrez al campeón mundial Gary Kasparov).

Hawking volvería a Futurama en 2008 en la película La bestia con un millón de espaldas, esta vez con su cabeza metida en un frasco de conservación y lanzando rayos láser por los ojos presa de la furia (desde luego, el personaje seguía con la misma simpatía). Pero, como se ha dicho, lo de Futurama no fue un caso aislado, sino que su presencia en comedias con un toque más o menos nerd fue constante en las últimas dos décadas: Antes de su primera aparición en Futurama (más exactamente, unos meses antes, en 1999) Hawking ya había sido estrella invitada en Los Simpson, concretamente en el episodio Salvaron el cerebro de Lisa.

 
 
 
En esta ocasión, el momento cumbre del capítulo es la última escena, en la que Hawking (de nuevo proporcionando su propia voz con su sintetizador personal) pronuncia la memorable frase de “Homer, su teoría de que el Universo tiene forma de donut es muy interesante” (por cierto, la relación de esa frase con teorías físicas reales acerca de la geometría del Cosmos sería, de nuevo, tema para otro artículo… baste decir que la mayor parte de las referencias científicas y matemáticas que aparecen en Los Simpson y Futurama suelen tener una base real, y los fans suelen divertirse descubriéndolas y explicándolas).

Después de esa primera aparición, Hawking fue personaje secundario en otros tres episodios de Los Simpson más, mostrando, como sucede siempre que su figura intervenía en una comedia, un tono sarcástico y desdeñoso. Y la misma personalidad de ficción se mantuvo en la que, junto con las anteriores, es la última de las apariciones más populares de Stephen Hawking en la televisión: después de sus cameos previos, era impensable que Hawking no terminara por tener un hueco en la serie de televisión con trasfondo científico más famosa y que además cuenta entre sus protagonistas a físicos teóricos y astrofísicos: The Big Bang Theory. Tras varios años en los que la aparición de Hawking era una petición continua por parte de los fans (a fin de cuentas, si lo había hecho en Star Trek, Futurama o Los Simpson, un cameo en esta serie era algo casi obligado), el deseo se cumplió en el episodio de la quinta temporada La excitación de Hawking en 2012.

 

 

De nuevo nos encontramos con el Hawking de ficción más humorístico, el más sarcástico, el más pagado de sí mismo, con momentos tan divertidos como ése en el que, tras confesarle Sheldon que está muy emocionado por poder conocerlo en persona, la lacónica respuesta de Hawking es: “lo sé”. El científico repetiría en varios episodios más de la sitcom (en algunos apareciendo únicamente su voz por teléfono, en otros sólo una imagen fija en la pantalla de un ordenador… contar con él físicamente en el estudio era complicado, y las circunstancias sólo se dieron aquella primera vez) donde, como en Los Simpson y Futurama, el Hawking caricaturesco que no duda en mostrar su superioridad contrasta completamente con la personalidad del Hawking real, y por eso se hace tan divertido.

No quiero finalizar sin nombrar otro de los cameos más recordables que nos ha dejado Hawking en los últimos años: la canción Galaxy song de los Monty Phyton (famosa por aparecer en su película El sentido de la vida de 1983) es toda una oda a observar el Cosmos y nuestro lugar en él con racionalidad, perspectiva y sentido crítico, pero a la vez sin perder el sentido del humor y el disfrute por la vida… ambos aspectos de la canción (el estudio cuidadoso y razonado del Universo, y una visión optimista de la existencia, la idea de exprimir cada instante sin dejarse vencer por las circunstancias) cuadran milimétricamente con lo que fue y representó Stephen Hawking, con lo cual no sorprende que, en 2014, en su espectáculo en vivo Monty Python live (mostly), el sexteto humorístico contara con la voz de Hawking para una nueva versión de la canción en la que el científico inglés volvía a cultivar esa versión llena de mala uva de sí mismo con la que tanto disfrutaba, atropellando sin compasión con su silla de ruedas motorizada al también divulgador y físico Brian Cox.

 

 
(aquí está la interpretación original de la canción en la película El sentido de la vida con subtítulos en español, para quien no domine el inglés)


Stephen Hawking ha sido una de las figuras populares más importantes de las últimas décadas. Además de su extraordinario talento científico y su curiosidad por conocer el Universo, siempre recordaremos su figura por su maravillosa e invencible pasión por vivir pese a las terribles circunstancias, esa pasión que le hizo disfrutar de un sentido del humor lúcido e inteligente y del que pudimos ser partícipes en sus diferentes cameos y apariciones en series o espectáculos. Tal vez su mayor lección no esté relacionada con agujeros negros o la curvatura del espacio-tiempo, sino que su mayor lección sea vital: su enfermedad nunca consiguió doblegar su pasión por la vida, su ansia por exprimir cada instante de forma plena con algo nuevo ni su sentido del humor.

Sólo puedo terminar con sus propias palabras:

 
Recuerda siempre mirar hacia arriba a las estrellas y no hacia abajo a tus pies […] Lo que importa es que nunca te rindas.

Descanse en paz, profesor Hawking. Seguiremos mirando hacia arriba, hacia las estrellas, en su ausencia.
—–

(1) Hawking era trekkie… al igual que una gran parte de los estudiosos del espacio y la exploración espacial. Ése sería un tema a tratar en otra ocasión: la simpatía con la que es vista Star Trek, debido a su mensaje positivo y su respeto por la ciencia, por la mayor parte de los científicos e ingenieros dedicados a asuntos espaciales en particular (y por los científicos e ingenieros en general), así como la importancia de la saga a la hora de hacer surgir vocaciones en muchos niños y adolescentes, que gracias a Star Trek encaminaron y siguen encaminando sus estudios hacia la comprensión y la exploración del espacio

 

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